En torno a 1999, los investigadores académicos redescubrieron la personalidad y su relación con el desempeño laboral. Más recientemente, después de los acontecimientos simbolizados por el colapso de Enron y MCI, la comunidad empresarial parece haber redescubierto la importancia del carácter como determinante del desempeño laboral, especialmente en los puestos de responsabilidad. Estos representan diferentes puntos de vista en la literatura popular, porque la personalidad y el carácter suelen considerarse por separado.
No obstante, los conceptos de «carácter» y «personalidad» están estrechamente vinculados; por ejemplo, Aristóteles definió el carácter en términos disposicionales que son sinónimos del concepto contemporáneo de personalidad. Además, la primera revista académica dedicada a la investigación de la personalidad, fundada en 1932, se llamó Character and Personality. Gordon Allport, uno de los fundadores de la psicología de la personalidad en los EE. UU., señaló en su influyente libro de 1937 que «el carácter es personalidad evaluada, la personalidad es carácter devaluado».
La psicología de la personalidad siempre ha estado fuera de la corriente principal de la psicología académica porque asume explícitamente que los valores son una parte inherente de la vida social y que el carácter es parte de la personalidad. Lee J. Cronbach, gran árbitro de la moda psicológica durante 50 años, denunció la personalidad y la evaluación de la personalidad en su libro de texto de 1960 porque algunos de los conceptos (por ejemplo, la integridad) están «cargados de valores».
Como todos los buenos conductistas, Cronbach quería que la psicología fuera como las ciencias físicas: libre de valores. El pobre Cronbach nunca entendió que las ciencias físicas, como las ciencias humanas, están plagadas de consideraciones de valores. Los valores tienen que ver con las preferencias, con las reglas que las personas usan para tomar decisiones en circunstancias ambiguas. Tycho Brahe, el maestro de Copérnico, era un fanático religioso que pensaba que el sol era Dios y, por lo tanto, pertenecía al centro del universo. Su arbitrario sistema de valores impulsó a Copérnico a demostrar que nuestro universo gira alrededor del sol.
El carácter es un término que resume un conjunto de valores. Los valores son indispensables para desenvolverse en la vida social. La única cuestión es cómo justificar los propios valores. La mayoría de las personas justifican sus valores apelando a la autoridad, ya sea legal o religiosa. Los redactores de la Constitución de los Estados Unidos justificaron sus elecciones de valores en términos del bienestar de la sociedad, una decisión pragmática que también informa nuestro pensamiento.
El requisito más fundamental para el funcionamiento de una sociedad es el orden, es decir, un sistema en el que las personas cumplan con las normas y costumbres establecidas del grupo. Sin embargo, en cualquier grupo funcional, inevitablemente aparecen tramposos que se aprovechan de quienes son más obedientes. Este es un principio importante de la teoría evolutiva: los tramposos surgen inevitablemente. Los tramposos amenazan la integridad de sus grupos con distintos grados de gravedad. Las personas de buen carácter, las personas íntegras, las personas que apoyan las normas y costumbres de su grupo, son la base de una comunidad viable.
El psicoanálisis sostiene que los fundamentos del carácter se establecen alrededor de los cinco años. Y, como señaló Freud, el carácter es el destino. En concreto, alrededor de los cinco años, la autoestima básica de un niño (culpa y dudas sobre sí mismo frente a confianza en sí mismo y optimismo) está prácticamente establecida. Además, alrededor de los cinco años, la orientación del niño hacia las normas y la autoridad (rebelión y desafío frente a obediencia sin esfuerzo) está prácticamente establecida.
Las medidas de autoestima y las actitudes hacia la autoridad predicen poderosamente el desempeño laboral en la edad adulta. Más importante aún para un análisis del carácter, las puntuaciones bajas en estas medidas predicen poderosamente la conducta delictiva en la edad adulta. La baja autoestima y el desafío a las normas y la autoridad también predicen algunos delitos de guante blanco. Sin embargo, este tipo de delitos se predicen mejor añadiendo valores, concretamente medidas de egoísmo y codicia.
Por último, para poner un punto final práctico a esta discusión abstracta, los investigadores de Hogan han estado estudiando el crimen y la delincuencia durante más de 30 años. Han acumulado datos sólidos que muestran que el HPI y el HDS son predictores sólidos de la delincuencia y el crimen. El MVPI se puede utilizar para evaluar el egoísmo y la avaricia. La personalidad, el carácter y la evaluación de la personalidad se unen para predecir resultados importantes de la vida con una precisión que rivaliza con los mejores diagnósticos médicos, un resultado que habría provocado un ataque en Cronbach.
